Me percibo como una obra en construcción permanente, donde soy la arquitecta que diseña, pero también la obrera que edifica, día a día.
A veces el trabajo es muy lento, siento que solo acabé con los cimientos, otras, que levanto paredes minuciosamente, dejo espacio para las aberturas y me entusiasma llegar pronto hasta el techo.
Pero, despierto muchas mañanas y encuentro a la obra demolida; tal vez un vendaval inesperado arrasó con ella mientras dormía, o fui la única responsable, algo falló en los cálculos y el derrumbe era crónica de una muerte anunciada.
Y comienza todo de nuevo, me diseño, me construyo y los imponderables aparecen y así vamos por la vida, con cambios permanentes e inevitables.
Estoy en el último tramo del viaje, deberé ser más cuidadosa, ya no queda vida para reconstrucciones futuras, porque lo único impertérrito es el tiempo.
Viviana Laura Castagno Fuentes

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