Vivía como pensaba y sentía,
—había gran coherencia—
en su incipiente vida,
su juventud toda
exudaba empatía.
Desbordaba luz, la irradiaba,
emanaba una bondad
que la vestía de gala
porque —ella era una fiesta—.
Pero tanta ingenuidad
traería sus costos,
porque creía en todos
y no concebía la maldad,
ni la mentira, ni la desconfianza.
Pobre niña, eterna ilusa,
estabas convencida,
que los demás eran tus pares,
pero la realidad, tenía otros planes.
Llegó el día tan temido,
tan insospechado y artero,
descubrirías la desnudez
de otras almas, tan opuestas,
a la magnanimidad de la tuya.
Claro, es comprensible,
estás imbuida por la desazón,
la tristeza y la desesperanza
Desbordaba luz, la irradiaba,
emanaba una bondad
que la vestía de gala
porque —ella era una fiesta—.
Pero tanta ingenuidad
traería sus costos,
porque creía en todos
y no concebía la maldad,
ni la mentira, ni la desconfianza.
Pobre niña, eterna ilusa,
estabas convencida,
que los demás eran tus pares,
pero la realidad, tenía otros planes.
Llegó el día tan temido,
tan insospechado y artero,
descubrirías la desnudez
de otras almas, tan opuestas,
a la magnanimidad de la tuya.
Claro, es comprensible,
estás imbuida por la desazón,
la tristeza y la desesperanza
porque no hay respuestas.
Fueron justamente
a quienes admirabas
—los artífices de la embaucada—
los que dieron la estocada
en tu maravillosa e incauta alma.
Construiste un universo único,
y en él no cabían mezquindades.
—los artífices de la embaucada—
los que dieron la estocada
en tu maravillosa e incauta alma.
Construiste un universo único,
y en él no cabían mezquindades.
Hoy, más sabia, más adulta,
deberás vestir
—tu disfraz de armadura—
para preservar tu vida
de las miserias del afuera, niña.
Viviana Laura Castagno Fuentes
para preservar tu vida
de las miserias del afuera, niña.
Viviana Laura Castagno Fuentes

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