Un alma sensible no percibe al mundo
como lo hace el resto, mira diferente,
siente distinto, porque el amor
es la carta naútica de su derrotero.
Un alma sensible, no solo mira un cielo
—intuye si hay sonrisas o si hay lágrimas—
navegando en océanos de nubes
aunque desde abajo, luzca diáfano.
Un alma sensible, sabe, cuando la malicia,
la mentira o la hipocresía reinan,
calla, no dice nada, sigue su camino,
es alma magna, aunque incauta la vean.
Un alma sensible, es consciente de todo,
respeta las elecciones de la vida ajena;
por eso, cuando se siente incómoda,
arma sus maletas y se aleja, jamás daña.
Viviana Laura Castagno Fuentes

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