Desearía tener la habilidad,
esa que ostentan los jardineros,
poseer unas manos prodigiosas
para poder arrancar de cuajo
los dolores viejos y los nuevos,
que con suma habilidad sus raíces
en mis entrañas han arraigado.
Podría quitar los anquilosados
y sembrar un sendero con gardenias,
níveos jazmines y camelias matizadas;
hacer una fiesta con colores, aromas,
e invitar a los intrusos desbaratadores
para que partan y no vuelvan.
Definitivamente, ser una jardinera
sería la mejor de las terapias,
allí donde la desazón brote
plantaré las mejores especies
y por un camino de abedules
las invitaré a partir muy lejos
mientras sello las entradas
mientras sello las entradas
con bellísimas amapolas rojas
para que jamás, jamás regresen.
Viviana Laura Castagno Fuentes
para que jamás, jamás regresen.
Viviana Laura Castagno Fuentes

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