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lunes, 29 de noviembre de 2021

INESPERADA


Se le precipitó

la vejez 

—a hurtadillas—

sin que la avizorara.


Detuvo la prisa

de su andar, 

—tiene ahora la impronta— 

de un niño, 

cuando abandona

los barrotes de su cuna. 


Y no son limitaciones 

de un cuerpo solamente, 

—sino de un alma— 

que comprendió 

que está arribando 

a la estación terminal 

de un viaje intenso. 


Se le precipitó 

la vejez 

—cuando menos la esperaba—

no hay respuestas 

—porque no hay preguntas—

(es la vida como siempre)

imponiendo sus reglas 

y sus parámetros. 


Se le precipitó 

la vejez

—imperceptiblemente—

y ni ella, ni yo,

pudimos evitar 

que aconteciese.


Viviana Laura Castagno Fuentes

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