Te confieso
que la casa está igual,
nada ha cambiado
por fuera,
sí lo hizo por dentro.
Si te hubiesen conocido
sus nuevos moradores,
diría que avalaron
tus deseos, tus sueños,
quedaron intactas
hasta las farolas
que a la oscuridad
desafiaban con solvencia.
Invito a mi memoria
a recrear la galería
tan especial y única,
imagino que aún sobrevive
la bellísima enredadera
que al muro tapizaba
y poseía tu impronta
indiscutible,
porque su follaje
con elegancia y prolijidad
se derramaba.
Sí,
todo está como entonces,
cuando habitaban
tus contagiosas carcajadas,
esas que lograban disipar
a las nubes borrascosas
y traían a un sol fulgurante.
¿Todo está como entonces?
No, son mis estrategias
para minimizar daños,
es una trampa de mi mente
porque nada es lo mismo
todo cambió y cambia,
desde el día
en que tus carcajadas
tan genuinas y contagiosas,
mutaron a un silencio
que estremeció
a una primavera
que recién se anunciaba.
Viviana Laura Castagno Fuentes

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