En esos ojos
donde la mar
decidió instalarse
hace varias décadas,
se aposentó después
una feroz tormenta.
De nuevo la vida
con sus embates,
le asestó un golpe
inconmensurable
justo allí
en ese sitio recóndito
donde los dolores
socavan y devastan
sin nuestra anuencia.
Y ese azul límpido
que lograba mimetizarse
hasta con el cielo,
se disipó
de su mirada
y a un gris terco
mutó para quedarse.
Estocadas impiadosas,
borrascas inesperadas
la petrificaron
por dentro
y ese rostro amable
con mirada que sabía
a mansedumbre
se evaneció -en un tris-
sin que pudiese hacer nada.
Viviana Laura Castagno Fuentes

No hay comentarios.:
Publicar un comentario