Nos equivocamos mucho
cuando incautamente creemos
que nuestro dolor
tendrá un soporte,
o tal vez la suavidad
de una actitud empática.
Cuando "nos llueve"
copiosamente
muy dentro y se derrumban
todas las estrategias que
teníamos,
recién ahí comprendemos
que estamos solos,
la tempestad es nuestra
no existe amparo ni refugio
que desde el afuera ingrese
para resarcirnos.
Somos una hoja que extravió
el otoño, en su ágil derrotero,
somos la ola que olvidó la mar
y sobre la arena su final espera,
somos el todo y la nada,
un remedo que la indiferencia
a un "precipitado olvido"
decidió reducirnos
aunque...
sin nuestra anuencia.
Viviana Laura Castagno Fuentes

No hay comentarios.:
Publicar un comentario