¿Y qué de mí
sin la anuencia
de las letras?
¿Y qué de mí
si la imaginación
cede ante los óbices?
¿Y si en mi orbe
se esfumaran las luces
y se ausentara la poesía?
Seguramente,
crecería la maleza
y la esterilidad se ufanaría.
O pediría
su jubilación
la escritura, por hastío.
Pero, nada es definitivo,
—no poseo las respuestas—
pero sí, todas las preguntas.
Viviana Laura Castagno Fuentes

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