Cede el dolor
—con la misma sobriedad—
de tu vida,
e inició su éxodo
—con la misma paz—
de tu partida.
Parece un galimatías
lo expresado,
pero sabes muy bien
que siempre me amparo
—en la sutil autenticidad—
ella es tu legado, mi herencia.
Y es el dolor
solamente el prófugo,
porque —el extrañarte—
es un hecho irreversible
y para él no existen
las horas ni los relojes.
Viviana Laura Castagno Fuentes

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