El olvido es una estrategia,
un puente levadizo
que funciona espontáneamente
cuando un sentimiento no pudo
sortear los imponderables.
El olvido es inconsciente,
un acto involuntario de la mente,
porque no demanda nada
ni siquiera un esfuerzo
hasta en eso es generoso.
Pero, también posee dones,
es un sabio nato, diligente,
sabe apresurar los tiempos
ordena las confusiones
y habilita a la remembranza.
El olvido pone fecha de caducidad
a todo lo estéril e inhóspito,
mientras delega en la memoria
los recuerdos que a nuestra vida
fertilizarán con creces para
siempre.
Viviana Laura Castagno Fuentes

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