Decir que el dolor se ha exiliado definitivamente —sería un autoengaño estéril– y con las negaciones tengo una relación nula.
Nada es lineal para un dolor, las horas del reloj le son indiferentes, cuando la calma parece aposentarse —un recuerdo despierta— y me empuja nuevamente hacia el pozo desde el que había emergido (o creí al menos).
Allí estoy ahora, extraviada y frágil, procurando hallar una piedra o un sustento para intentar salir airosa.
Sé que es un gran docente, un maestro como pocos, pero a mí me está demandando demasiado mientras a mis defensas laxas y menguadas está debilitando.
Tal vez es natural, y regresar al otrora pozo remanido sea parte del proceso y nada más, tal vez haya una roca contundente esperando que la encuentre para poder generar el envión que a la superficie me devuelva.
Tal vez...
Viviana Laura Castagno Fuentes
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