Quizás la escritura no sea un romance con las letras solamente o una necesidad cuando demandan ser emancipadas, sino que también haya un acto inconsciente para encontrar la salida cuando no logramos atisbar ninguna.
Quizás sea, una cabaña en un bosque donde los pinos un cobijo ofrecen, cada vez que los temporales de la vida azuzan, nos demuelen desde adentro y a la nada misma nos resumen.
Quizás —sea la mejor y más eficiente de las terapeutas—, no formula preguntas incisivas y muchas veces malintencionadas, al contrario es una excelente asistente que acude con actitud de empatía para que podamos exiliar todo lo que nos duele.
Escribir, un envión que tiene su génesis allí donde el alma vive y coadyuva a lidiar con los sentimientos que muchas veces han perdido el sentido de la existencia, pero aparecen las letras y un tímido amanecer se avizora de nuevo.
Honestamente, para mí "es una estrategia del alma", inventó la escritura porque a través de ella se está comunicando cuando presiente que todo lo demás falla, entonces nos grita en silencio que algo le sucede para que volvamos nuestra mirada hacia adentro, justo allí donde tiene su hábitat.
Porque queramos o no "siempre es el alma" la destinataria de todo, la mente a solas es un fracaso contundente y a la vida en un remedo absurdo la convierte.
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