Desde muy pequeña he sentido una enorme fascinación por las letras, por las palabras, por la lectura en general.
Aun antes de incursionar en el apasionante mundo del aprendizaje, este sentimiento ya existía, fue como navegar en aguas previamente exploradas y conocidas.
Me enamoré del idioma castellano, de su versatilidad inigualable y su ingente riqueza, no existe otro tan dúctil y tan vasto.
Desde aquella niña, una mixtura de curiosidad perpetua y timidez que aun persiste, hasta esta madurez, el idilio con las letras se agiganta cada día.
Pero algo ha sucedido últimamente, he sido abandonada por la fuerza inspiradora, por mi numen, siento que se ha ido a fecundar a otras almas y me ha dejado vacía.
Ese don, por llamarlo de alguna manera, ya no existe, ha partido quién sabe hacia qué lares y se siente como una gran ausencia muy dentro.
Es extraño, estoy habitada por las letras, pero ha habido una fuga previamente acordada presumo y ahora las busco desesperadamente.
Me dejaron desgarrada, silenciaron mi escritura, secuestraron sutilmente mi capacidad imaginativa.
¿Dónde están, cuál es el argumento que justifica este abandono?
Muy dentro de mí siento que el hastío solo será transitorio, ellas intuyen que las espero, porque tanta ausencia ha socavado a mi alma gravemente.
Tal vez, cuando regresen, despierten en mí de nuevo la alegría, será un placer tan grande volver a enamorarme de las letras y desatar sin límite alguno la inspiración que hasta hoy, está lacerada y ausente.
Viviana Laura Castagno Fuentes

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