Escribir me salva
de morir asfixiada
en un mundo hipócrita,
perverso y materialista,
al que no pertenezco.
Cuando es largo el agobio,
no hay distracción, ni alivio,
solo mis amadas letras
llegan al rescate
y generan el milagro.
No existen lugares,
no existen viajes,
cuando el alma está desvalida,
no existe escapatoria tampoco
la desazón viajará con nosotros.
Puedo trocar un cielo plomizo,
en uno azul y diáfano.
Trepar hasta una nube
para lograr que llueva letras
en vez de agua.
Sembrar jazmines, glicinas,
lilas, anémonas, allí
donde habita lo yermo,
para que florezca
un vergel magnífico.
Hoy soy golondrina,
mañana una gaviota,
todo eso y más también
con la libertad
que otorga la escritura.
Gracias a mis amadas,
solo gratitud tengo.

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