Aquel amor que tuvo su génesis
allí donde las aguas del mar
visten de turquesa intenso,
estuvo asediado por óbices
que su devenir entorpecieron.
Padeció todos los embates,
soportó las inclemencias
las previsibles devastaciones
y aquel navío férreo en apariencia
sobre la arena nívea claudicó.
Fue un fuego a la distancia,
una tozudez de la mente
que lo atizaba con insistencia
y hoy, de esa hoguera lánguida
solo quedan algunos tizones
y cenizas solamente.
Viviana Laura Castagno Fuentes

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