Cuando un ser amado
—viaja hacia su exilio—
comienza un aprendizaje
que exige todo de nosotros.
Porque aparece la ausencia
—esa presencia inefable—
que solo el alma percibe,
aunque un galimatías parezca.
La invisibilidad genera
—una confusión insondable—
y el arrebato inaugura
espacios baldíos y solitarios.
Nada queda indemne,
se produce un colapso
—que por dentro nos vacía—
y nos conmina a reconstruirnos.
¡Cuántas veces he deseado!
caminar hasta la mar
para que sus fauces
me devoren, y acabar
con lo que de mí ha quedado.
Pero la inevitable sensatez
se imponía a tiempo,
no deseaba fenecer yo
sino matar al dolor
que me desgarraba.
Hoy, el aprendizaje continúa,
extrañar no tiene analgesia
migró de lugar solamente,
antes estaba en el pecho
ahora se acomodó en el alma.
Viviana Laura Castagno Fuentes

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