Es tan inevitable
como el amanecer
cuando con sus destellos
a los jardines despereza
y a deslumbrar los invita.
Es tan inevitable
como la tozudez
que posee el mar
cuando con determinación
a la playa impávida abduce.
Es tan inevitable
como el desorden previsible
que el otoño instala
mientras a los follajes
con idoneidad desnuda.
Es tan inevitable
como el estoicismo
de un jazmín enredadera
que con donaire implícito
el tronco de la araucaria
abraza.
Es tan inevitable
tener una cita contigo
en un sueño, un aroma,
o en la riqueza de tu legado
porque estás en mí
aunque te hayas ido.
Es tan inevitable...
Viviana Laura Castagno Fuentes

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