Amaba
desde sus silencios,
era introvertido y lacónico
con sesgos de timidez,
una galaxia inexplorada.
Muchas veces
había que ingresar
en su mirada
y hasta animarse
a bucear en ese mar misterioso.
Su presencia intimidaba,
tenía la impronta
de la rudeza, era su defensa
para que no lo invadieran
porque en su mundo
ingresaban muy pocos.
Era un hombre extraordinario,
un libro para ser descubierto
tenía palabras escritas
—para leer entre líneas—
que la vida le exigió demasiado
y su actitud era solamente
una armadura para preservarse.
Viviana Laura Castagno Fuentes

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