Hay circunstancias trascendentes
que nos provocan un gran dolor
pero también nos despiertan.
Y cuando despertamos
una montaña de escombros
nos cubre, comienza el
aprendizaje.
Que será a nuestra medida
sin precipitar nada, cuando
amerite,
y aunque respetar el proceso
implique "dejar al mundo afuera".
Y quitamos los óbices, lo obvio,
somos hojas otoñales, vulnerables
expuestas al vaivén del viento.
Y reverberan los sentimientos
están desperdigados,
confundidos,
como un navío buscando el
puerto.
Y vendrán vendavales una etapa,
pero también épocas calmas
para esforzar nuestros límites.
Sí, hay un antes y un después
en la vida que nos conmociona,
es "un otoño" que llega a
ayudarnos
a despojarnos de todo lo fútil
porque solo el "amor genuino"
es lo que realmente importa.
Viviana Laura Castagno Fuentes

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