Junio me atraviesa
de punta a punta
como si una saeta fuese
y sé que es un hecho inevitable.
Podría urdir si quisiera
miles de estratagemas
para suavizar su estancia
pero no deseo, ni me interesa.
Dejaré que entumezca
y lacere a mi piel
con sus fríos naturales
hasta que la primavera llegue.
Junio es el mes
que está juntando mis besos
—huérfanos irredentos todos—
porque así lo decretó diciembre.
Viviana Laura Castagno Fuentes

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