Honestamente encuentro placidez
observando a las aves sabias
que a sus refugios están volviendo.
O cuando la lluvia sacia la sed
de una tierra que ávida estaba
con sus cicatrices abiertas.
Me regodeo ante el fragante jazmín
que está abrazando a la araucaria
temiendo que la borrasca lo
desgarre.
Y disfruto la calma que precede
a una tormenta en ciernes
que a la noche ha precipitado.
Pero la plenitud se instala
cuando la calma regresa
amainó la lluvia que nutrió
a la tierra.
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