Está la casa,
es la misma, pero distinta,
tiene sus ladrillos derruidos
cuatro décadas pasaron
y explican todo sin decir nada.
Están los árboles aquellos,
añosos, con su cuerpo doblado
porque se empecinó el viento
o mejor expresado,
se empecinaron los años.
Está la vereda
con los mosaicos desgastados,
guardan memoria de pisadas
son testigo mudo
de juegos y reuniones familiares.
Están la puerta
y las ventanas
con sus marcos desvencijados,
símbolos de un indiscutible
estilo italiano que aún sobrevive.
Está la casa
desafiando al tiempo,
están los árboles resistiendo,
están la puerta y las ventanas
y la vereda que habla de juegos
está el pasado aferrado a todo,
pero, hay un grito escondido,
porque ya no están ellos.
Viviana Laura Castagno Fuentes







