Amo recordar
la maravillosa niñez
que he vivido,
escudriñar la magnificencia
de la natura toda
porque es en ella
y en su divinidad
donde me percibo.
Adoro replantearme
una y otra vez
—sobre el sentido de la vida—
y la reconstrucción del alma
—cuando un gran dolor la siega—
y la despedaza.
Adoro el silencio también,
abrevo muchísimo
—escuchando lo que transmite—
aun cuando huyen las palabras
porque le ceden el espacio
a la sabiduría que mora dentro.
Observo a las personas
cuando se empeñan
en minimizar a su alma
tan espontánea ella, tan pura,
—guarda la verdadera identidad—
no necesita de ropaje alguno
para disfrazar a la verdad,
porque sencillamente
no lo necesita.
Adoro a los humanos humanizados
y estoy sobreviviendo —diría—
entre rostros camuflados
por máscaras absurdas
que los desdibujan
—y por temor a morir—
no están viviendo.
Viviana Laura Castagno Fuentes

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