El dolor es un docente,
es un gran pedagogo,
nos explica
lo que aún no comprendimos,
porque distraídos viajábamos
o porque tal vez no quisimos.El dolor llega investido,
de vientos huracanados
demuele con contundencia
los frágiles cimientos erigidos,
pero también los que resistencia
tenían.
El dolor nos exhibe desnudos,
nos arranca de cuajo
desde el piso, hasta el techo
que nos preservaba,
el despojo es tan inmenso,
que aún acompañados,
solos estamos.
El dolor no posee señal de
alertas,
ni recetas, ni manuales
instructivos,
es un tifón en un piélago bravío
y nos reduce a todos,
sin excepciones,
en náufragos, sin brújulas,
ni puertos.

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