En aquel mundo, nada era como es,
todo estaba invertido, el mar no estaba allá
donde todos conocemos, sino en un cielo diáfano
que con enorme complicidad le daba albergue
por un rato o por el tiempo que el mar decidiese.
Los abuelitos, juntos a sus traviesos nietos,
comenzaban una aventura más,
de esas que amaban, porque disfrutar
de las bondades de la natura, era un peculiar sueño
que todos compartían.
Y esta vez, el generoso mar, subió sus especímenes
para que sobre ellos, los niños y el abuelito navegaran;
mientras la abuela, un cuento más preparaba para leer
a sus nietitos que sobre tazas volaban y sobre peces dormían.
En un cielo transformado en inmenso mar, nada era igual,
no estaban las nubes de algodón, sino transparentes burbujas
que se dejaban atrapar, por un nieto simpático y audaz,
mientras el cuento elegido por la hermanita estaba por comenzar.
La vida es así, nos obsequia cada día, situaciones sorpresivas,
nosotros debemos estar atentos nada más y dar rienda suelta a la creatividad, una llave mágica que abre posibilidades infinitas.
Porque si cerramos puertas a la imaginación y ventanas también,
no habrá mares en el cielo, ni peces -diván y tampoco cuentos para escuchar.
Viviana Laura Castagno Fuentes