Sin la anuencia espontánea, magnánima y visceral de mis letras, confieso sin hesitar siquiera que hoy estaría en el fondo del océano, buscando ostras heridas para embelesarme con sus perlas.
Porque existe una realidad indiscutible: La felicidad y los buenos momentos atraen per se a un público diverso, que no escatima participación alguna y a la algarabía y las distracciones se integra sin hacer preguntas.
Pero (esta es la palabrita más odiosa y encantadora a la vez que existe) cuando hay que arrimar el hombro para brindar reposo a un gran dolor, solamente la "ausencia" responde, porque él no goza de buena prensa y hay que intentar evadirlo con todas las artimañas que existen.
El ser humano es un "hipócrita irredento", lo tuve muy claro desde el principio, está para el jolgorio y las frivolidades, no lo distraigamos con nuestras aflicciones, mejor abonemos los honorarios a un siquiatra(aunque reconozco que "el mundillo de la salud" me genera un enorme desagrado y desconfianza por cierto).
Y hablo con autoridad moral, he sabido arrimar mi hombro, mis silencios o la palabra justa cuando alguien ha demandado auxilio, no escapé dejando en orfandad a quién me necesitaba.
Mi madre, que era tan sabia, me dijo muchísimas veces: "No esperes que los demás sean como eres, no guardes expectativas, porque te defraudarán".
Hoy, sus palabras tienen una vigencia increíble, justo cuando me he dado de bruces contra una realidad irrefutable.
Este camino es "a solas" , ya lo he comprendido mamá, no debo "intentar asesinar al dolor" porque despierta con más ínfulas y arremete con sus estocadas provocando un daño irreversible.
Vendrán mejores días, observaré otros amaneceres y ocasos también, pero nada será igual, porque la vida no es la misma desde que no estás, se modificó el escenario y hay otros actores ahora.
Continuaré escribiendo, en la medida de mis posibilidades, las letras son mis asistentes de emergencias, vienen al rescate sin hacer preguntas improcedentes ni demandando nada y con ellas percibo que logro instalar a la primavera de nuevo.
Viviana Laura Castagno Fuentes

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