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lunes, 18 de febrero de 2019

LA CASTA

  

A veces me pregunto:
¿Cuánto les importa a los políticos el bienestar de su Pueblo?

Cuando los vemos en sus campañas, son tan iguales y tan distintos, pero acaban haciendo oscuros contubernios a espaldas de los ciudadanos que en sus cargos los ungimos.

¿Aprenderán algún día que son nuestros empleados?

Los elegimos para que cumplan a rajatabla con todo lo prometido, pero se convierten en oscuros negociadores cuando deben aprobar "proyectos trascendentes para mejorar la calidad de vida de todos".

¿Son conscientes del desprestigio que sufren?

Porque convengamos subestiman a la inteligencia del ciudadano todo el tiempo, les dimos el poder con nuestros votos e imaginan que ese poder será eterno, craso error el de ellos.

No, señores políticos: los ciudadanos prestamos nuestra confianza, cuando la misma es defraudada con tanta mentira pergeñada, nosotros tenemos la potestad para decirles: ¡basta, hasta aquí llegaron!

El parlamento, debería ser la honorable cámara de diputados y senadores, pero lo convirtieron con tanta trampa e ingente montaña de mentiras - en un remedo-, en un lugar que nos produce vergüenza, porque lo construyeron para albergar hombres ilustres y hoy es un  ámbito que ampara la deshonestidad, los conciliábulos y la precariedad de tantas almas que no evolucionaron un ápice. 

Incumplen con sus deberes de funcionarios públicos, para acabar siendo ladrones de guantes blancos amparados en los fueros que les garantizan el continuar siendo impunes hasta su muerte. 

Pero todo tiene un final, llegará el día, cuando los ciudadanos decidan poner a su País en orden: ustedes "politiquillos indignos" acabarán rindiendo cuentas ante la justicia, que para todos llega.

Entonces, cuando otros ciudadanos intenten ocupar cargos y bancas parlamentarias, deberán llegar con otras actitudes, serán nuestros empleados y nosotros sus empleadores, seremos los férreos custodios del honor y la decencia.

Ese día llegará les aseguro, cuando cada ciudadano, sea también digno y honesto, comprenderá que quién roba es un ladrón, quién miente es inviable como funcionario  y quién viola la Constitución para adaptarla a sus ambiciones desmedidas, deberá tener a la cárcel como destino inevitable.

Solo es cuestión de que todos asumamos nuestras responsabilidades, los funcionarios y los ciudadanos que los elegimos.


Viviana Laura Castagno Fuentes
                  

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